Lo malo: el tiempo limitado para recorrer sitios de interés, a veces casi ridículo. Eres prisionero del itinerario diseñado por los organizadores, a quienes cedes el derecho de decidir por ti qué vas a ver y qué no. Te llevan a comer todos los días al mismo lugar y la comida se te hace repetida y fome. Así pues, si uno es de la onda de dejarse guiar y no oponer resistencia, el tour es lo mejor. Eso no es, por cierto, lo que a mi me interesa. Pero lo pasamos bien igual y valía la pena ir.
Lo primero que haces en Harbin durante enero es recibir el cachamal de frío polar que te saluda en la cara al bajar del tren. Tal es la heladera que la funcionaria del vagón no podía abrir la compuerta: estaba congelada, atascada por el hielo. Ahora para mi Beijing no es nada, ¿-8 grados? naaaa, hace calor. En Harbin hacen 20 bajo cero promedio y por las noches es como 30 bajo cero, o peor.
Luego de ello te instalas en un hotel y reevalúas la situación: ¿realmente querías venir? ¿no pensabas que el frío era para tanto? Pues bien, te la mamas entera por huevoncito. Yo miraba por la doble ventana de la habitación, escarchada y sellada (ni que alguien fuese a querer abrirla) y más bien me preguntaba, cómo puede uno vivir una vida decente con ese frío, cómo se llegó a construir una ciudad de 9 millones (ya saben, en China todo viene de a millones) llena de, para variar, edificios modernos, malls, suciedad y barro por todos lados, un tráfico infernal, smog, etc. etc... ¿Será que en verano las cosas son opuestas y la ciudad muestra otra cara absolutamente distinta, que invita a vivir en ella?.
En fin, si es por belleza visual o por paisajismo, las ciudades Chinas que he visto son feas y sucias. Y siempre esconden en su guata, en su nube de miasma respirable (pero no saludable), lugares realmente hermosos o maravillosos. Muchos de los cuales están en peligro de desaparecer bajo la modernidad.
Qué hicimos, pues bien, primer día nos llevaron a ver la Iglesia de Santa Sofia, por fuera, no hay misas, es un museo, luego Sidalin Gongyuan (Parque de Stalin), por estos lados se respetan estos personajes, claro que no he hablado de historia con los chinos porque no puedo opinar demasiado, así que tampoco se cual es la impresión que ellos tienen de hombres como aquél. Aparte del mar de nieve bajo nuestros pies y los árboles pelados, había estatuas y adornos de hielo. En medio se hallaba el monumento en recuerdo al “control de las inundaciones”, que según su nombre refiere al hecho de que el río Songhua, el mismo que hace unos meses fue envenenado por una empresa nacional y que pasa por la ciudad (suceso que dejó a sus habitantes sin agua potable como por dos semanas o algo así), décadas atrás tenía crecidas al estilo del antiguo Mapocho y arrasaba con la población, cuando China era muchísimo más pobre que ahora. Los chinitos se pusieron manos a la obra y encausaron el río para evitar la recurrencia del fenómeno. El parque es como el Forestal en Santiago, siguiendo la ribera del río. La vista se perdía en la neblina ese día y apenas se veía el otro lado, una especie de isla grande, si entendí bien. El río por supuesto era una explanada blanca, un parque de diversiones para patinar, lanzarse en toboganes, andar en motos de hielo o, si hay viento (no había), navegar a vela sobre el hielo...
Un poco más al oriente por el río hay un puente bastante grande. Allí nos hicieron presenciar a unos viejitos que se bañan en las aguas congeladas, actividad practicada con regularidad por algunos acá, arguyendo propiedades curativas. Debo decir que los viejitos y viejitas eran reales, que la piscina era de hecho un agujero rectangular en el río y que los tipos salían vivos y caminando por sus propios medios después del chapuzón (daban un breve braceo a lo largo y luego se guardaban, aunque algunos se repetían el plato). La revista That's Beijing tiene justamente un artículo en la edición de enero sobre esto, y parece que los viejitos realmente gozan de buena salud, pero uff, qué manera de practicar la vida sana!!.
Después nos llevaron a una especie de “pueblito ruso”, un lugar apartado del centro, donde básicamente se nos mostraron productos artesanales y/o tradicionales de Rusia, vodka, cigarros, muñecas, chocolates, etc. Nada muy interesante. A las 4:30pm ya era casi de noche y nos fuimos al famoso “Mundo del Hielo”, el clásico festival que ya va en su séptima edición y que muestra esculturas de hielo iluminadas de tamaño monumental, bastante impresionantes. Acá nos dieron apenas una hora para recorrer el lugar; sin embargo, debo decir que el frío no nos ayudaba a reclamar por más tiempo. Las pilas de la cámara se descargaron al toque y no pude sacar todas las fotos que hubiera querido. Me conseguiré fotos de varias personas que sacaron, para compensar.
Esa era la razón del viaje, por así decirlo. Y solo estuve una hora. Pero bueno. Al día siguiente nos fuimos a esquiar, estuvimos todo el día en un pequeño centro de esquí, la pista era muy corta y la fila de chinos esperando el andarivel muy larga, pero dentro de todo me divertí porque anduve sin problemas, eso que no iba a la nieve desde hace más de 10 años. Ahora estoy aprendiendo snowboard. Intentaré ir a algún centro de esquí cerca de Beijing, hay varios. También jugamos hockey y nos lanzamos en trineos hechizos por otra ladera.
El último día fue onda cultural. Por la mañana nos llevaron a un museo sobre la intervención militar japonesa durante la segunda guerra mundial, más específicamente el museo se llamaba “Evidencia criminal de la Unidad 731 del Ejército Imperial Japonés”. La idea era mostrarnos los horrores que esta unidad militar japonesa impuso sobre la población china de la zona durante la invasión de ese país al territorio chino, realizando experimentos con gases venenosos, virus pandémicos como la peste bubónica y otras prácticas inhumanas, utilizando hombres, mujeres y niños como conejillos de indias. Debo decir que los chinos tienen un gran resentimiento hacia los japos y sí que saben cultivarlo... y los japoneses a su vez parecen ser terriblemente orgullosos y miran en menos a sus vecinos... El museo cumple la función de mantener presente la memoria de aquellos horrores, pero tambien cumple con mayor eficiencia la función de inculcar odio en las nuevas generaciones. Se pronuncia por la paz y los derechos humanos de manera muy débil al lado de su mensaje de resentimiento. No creo que esa manera de mostrar las cosas lleve a buenas relaciones. Ese es un tema interesante a debatir sobre este país, su capacidad (o incapacidad) de tolerar maneras de ser y de pensar diversas. No profundizaré aquí.
Por la tarde fuimos a ver un show de teatro patético, una especie de “opera del norte” pero con actores/cantantes realmente malos, o bien estaban ultra desmotivados o bien el show era malo a propósito, lo cierto es que no lo olvidaré, pero no porque valga la pena sino por lo increíblemente malo que era. El lugar era como un localsucho sucio y venido a menos. Aplaudía porque me daban pena, no entendí nada de lo que decían por supuesto, pero en su actitud y desplante sobre la tarima se apreciaba un absoluto desinterés por entretener.
Inmediatamente desde ahí nos dirijimos al terminal de trenes y nos fuimos. Una pena irse con las imágenes frescas en la cabeza de lo peor que hicimos en Harbin. Ahora me hallo en Beijing y en pocas horas parto de nuevo, esta vez a Kunming, capital de Yunnan, provincia al suroeste de China. Pero en avión, porque me conseguí un pasaje super barato. Y a decir verdad los trenes, aunque sean un poco más baratos, no son más cómodos, anduve en vagones con cama, son unos cubículos con seis camas dispuestas de a tres niveles, escuchas los ronquidos del vecino desconocido en tu oído toda la noche y toma demasiado tiempo ir a Kunming en tren, como un día entero.
Espero poder contarles entre medio del viaje y no cuando vuelva, porque estaré como dos semanas fuera de Beijing y lejos de mi computador. Esta vez viajo por mi cuenta. Mi itinerario provisional es desde Kunming visitar pueblos y zonas rurales y montañosas, por ejemplo Dali-Lijiang-Tiger Leaping Gorge. Más adelante en otra provincia, Sichuan, iré desde Chengdu a Emei Shan y el Buda Gigante de Leshan; finalmente si el tiempo y dinero permiten, iré a Pingyao, un pueblo preservado de siglos atras, patrimonio de la humanidad, en la región llamada Shanxi.
再见!